sábado, 9 de marzo de 2024

Nuevas letanías marianas: María icono de la misericordia de Dios

 


“María es un icono sublime de la Misericordia de Dios. En la fiesta de la Inmaculada Concepción de 2015, al iniciar el Jubileo de la Misericordia, Francisco expresó que la Virgen es la aurora de la nueva creación, “la primera salvada por la infinita misericordia del Padre”.

La misericordia de Dios nos llega a través de la ternura maternal de María y la Iglesia. Nuestros pueblos “encuentran la ternura y el amor de Dios en el rostro de María” (A 265). Desde antiguo ella es invocada como Madre de la misericordia, Nuestra Señora de la misericordia, Madre del Misericordioso. Ella acoge, ampara y cuida a todos sus hijos en todas sus necesidades y angustias. La mariología actual está reflexionando sobre María como Madre de la Misericordia. En el corazón de la Madre se perciben “las entrañas de misericordia de nuestro Dios” (Lc 1,78). Su participación en la pasión y la muerte de su Hijo, convertido en signo de contradicción, es una espada que le atravesó el corazón (cf Lc 2,35). La Madre del Crucificado ha experimentado el beso de la misericordia a la justicia. Su sensibilidad femenina y maternal tiene una aptitud especial para llegar a quienes aceptan el amor misericordioso de parte de una madre.

La ternura de la Theotokos infunde una peculiar nota de dulzura. María, “con su amor de Madre, cuida de los hermanos de su Hijo que todavía peregrinan y viven entre angustias y peligros hasta que lleguen a la Patria feliz” (LG 62). La vida pastoral latinoamericana tiene un estilo mariano centrado en la ternura maternal. El amor preferencial de Dios por los pobres está inscrito en el canto de María. El Magníficat es la alabanza de la servidora, el himno a la alegría, el canto de los pobres, la memoria de la misericordia. El Dios de la Alianza derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes. María está impregnada del espíritu de los pobres de Yahveh, que ponen sólo en Dios su esperanza. La Iglesia reza el canto de María y renueva la conciencia de la misericordia salvadora de Dios por los pobres.

La Madre de Dios manifiesta “cuál es la pedagogía para que los pobres, en cada comunidad cristiana, ‘se sientan como en su casa’. Crea comunión y educa a un estilo de vida compartida y solidaria, en fraternidad, en atención y acogida del otro, especialmente si es pobre o necesitado” (A 272). En América Latina, María es la madre de los pobres y el símbolo de la liberación.58 Francisco mira a María como la mujer pobre, el modelo de humildad y la madre de los desamparados. “En ella vemos que la humildad y la ternura no son virtudes de los débiles sino de los fuertes, que no necesitan maltratar a otros para sentirse importantes. Mirándola descubrimos que la misma que alababa a Dios porque ‘derribó de su trono a los poderosos’ y ‘despidió vacíos a los ricos’ (Lc 1,52.53) es la que pone calidez de hogar en nuestra búsqueda de justicia” (EG 288)”.


(Carlos Galli, De la piedad popular mariana a la mariologia pastoral de Francisco, EphMar 69 (2019), pag 468)


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